Monday, July 25, 2005

Texto recibido dentro del marco del Taller de Ciencia-Ficción Posmoderna. Versión 1.0, 2005 (Instituto Mexicano de la Juventud) 7

¿QUÉ SENTIDO TIENE?
Por Angelina Martínez Domínguez

El abasto de comida se había reducido por la peste de cáncer en el mundo, los gobiernos mundiales habían invertido todo en una nueva tecnología que parecía darles esperanza y en efecto, como ellos lo esperaban, obtuvieron la cura al cáncer y a todas las enfermedades degenerativas de los que aún quedaban, y entre otros beneficios que se descubrieron de paso, fue el conocimiento sobre toda la información que uno deseara con sólo una pastilla. El ingrediente eran nanorobots.
Los beneficios de los nanorobots eran, como ya mencionamos, la salud general y claro, la del horror del cáncer que, al igual que en algunas regiones la peste negra, había deshecho familias sin consideración. Este cáncer, que era contagioso con sólo saludar de mano a cualquiera, destruía los tejidos orgánicos sin singuna esperanza para el infectado, por lo que más de la mitad del mundo había perecido en sólo un año de completo caos a todos los niveles. Pero ahora, gracias a esta nueva ciencia nacida de la desesperación, con una pastilla tomada durante los primeros dos días del contagio y el milagro sucedía, y las personas eran transportadas al área donde vivirían a partir de ese momento. Un lugar limpio, totalmente desinfectado, con un montón de desconocidos sobrevivientes y donde tendrían que iniciar desde cero. Un nuevo país para todos ya que los demás países aún ardían llenos de muertos y otros con químicos matando toda forma de virus que aún pudiera nacer de debajo de las piedras, y sucedía en su mayoría salvando a los más jóvenes y con ciertas preferencias por el sexo femenino, por eso de la fecundidad, debido a que los nanorobots cobraban provocando la muerte a los 60 años, ya que el hombre siempre busca la supervivencia de la raza humana y así se hubo buscado los medios para ello.
Otro de los beneficios era el del acceso a la información que desearan sin el mínimo de esfuerzo, ya que estos robots llegaban al cerebro y copiaban la información ahí dándote un pequeño dolor de cabeza de diez minutos, y después ya sabías la colección completa de Fredrich Nietzsche de memoria, en perfecto orden, aunque no entendida del todo.
La Nanorobótica, que ahora en fácil presentación y para mayor comodidad del público consumidor (que eran todos), se encontraba a las afueras del hospital más cercano, y aunque el precio era alto, todos querían o debían hacer uso de ella. No sólo eran un monopolio, sino que los descubridores de esta "nueva fórmula" ahora gobernaban el mundo -que no era mucho- apenas la población que se contaba en Japón. Esta población estaba dispuesta a todo con tal de conseguir la cura para esa peste y, cuando se dieron cuenta o, mas bien, sin que se dieran cuenta, cinco hombres manejaban todo el sistema nuevo y renovado.
A pesar de no tener mucho tiempo del trágico final de los infestados, uno que otro se resistía al sistema, teniendo en mente aún los antiguos libros de comunismo, anarquía, religiones, totalitarismo, humanismo, etc. Los que aún quedaban se acoplaban en silencio, tratando de aceptar la situación y disimulando toda queja o sugerencia para el nuevo mundo que tenían por delante, ya que era un país de gente sana y con una "cultura" hasta el borde. Pero esto no servía pues ninguno de los libros que tenían en sus cabezas podía mantener su vida; sólo trabajando de acuerdo a sus posibilidades. Los más fuertes en los campos, que eran reducidos, otros en las pequeñas y hechizas fábricas de transformación, con máquinas rescatadas del caos; también estaban los médicos-policías que cuidaban de la seguridad y el buen uso de los nanorobots, las muertes "naturales", y los nacimientos, que sólo podían ser de un bebé por mujer de 17 a 22 años ya que la reproducción era importante, pero aún no tenían el lujo del espacio donde desarrollarse.
En la administración, gobierno o reinado -aún no se decidía- estaban tres hombres y dos mujeres, cada uno encargándose de las áreas para sus futuros inmediatos y a largo plazo: como iniciar una nueva historia donde ellos fueran los salvadores, implantar una nueva religión, los nuevos inventos que ya tenían en mente, o tal vez que ellos eran los elegidos, o que ellos eran Dios; como empezar a ampliar el espacio en los alrededores para vivir, asegurar el poder y demás asuntos nacionales que trataban en juntas que se hacían en su nueva residencia, donde entre la plática de todos los viernes, nunca faltaban los chistes y los cuentos de cosas pasadas. Cerca de la madrugada, cuando ya todos se retiraban a sus habitaciones, cada uno por su cuenta empezaba a pensar en sus futuros individuales. Era imposible que estos cinco socios fueran amigos ya que una de las mujeres ya tenía 50 años, sin esperanza de concebir y sin ninguna familia, nadie leal cerca; la depresión y la falta de sentido no se hacían esperar, se llamaba Victoria, gracias a su abuela. John que había logrado salvar a su esposa, quien fue de las primeras afortunadas en tomar la píldora. Ella era Mel y no se cansaba de tomar en un vaso de agua las diferentes ingenierías existentes, o tal vez política, dependiendo de su estado de ánimo; ambos tenán 27 años. Los dos restantes eran hermanos, Ernesto de 30 años y Paul quien tenía 40, y aún no se recuperaba de ver morir a sus hijos. Como se podía esperar de tal gente, cada uno hablaba a escondidas del otro como si no supieran de lo que eso resulta.

La gente por su parte también empezaba a desconfiar de los robots, y no pasó mucho tiempo para que esto fuera una revolución de mentes en contradicción. Resultó que finalmente, los nanorobots no sólo cobraban años de vida, sino también con la locura a muchas personas sensibles, y la muerte temprana para otros. El caos no tenía fin, de hecho, Mel fue la primera en matar a Victoria y a John delante de varias personas. Esto en una demostración de una máquina para aliviar la depresión (aunque no la locura) y las personas, que sólo estaban esperando una situación no mejor a ésta, empezaron a probar la máquina en montones, provocando a cientos lo que a Victoria y John, pero lejos de asustarse, les provocaba alivio. Los torturados, en su desesperación, intentaban darse una muerte rápida, pero descubrían que en lugar del famoso fluído vital, en sus venas sólo había óxido como el que dejan las máquinas viejas, y la poca sangre que contenían parecía pintura roja muy rebajada con agua. Pero a nadie le importaba, sabían que Ernesto y Paul eran los únicos que tenían las fórmulas de los beneficios de los nanorobots, y ya que esta información sólo estaba en sus cabezas, y que sus cabezas estaban entre los pies de la muchedumbre, no podían pasar desapercibidos, sino que tenían que observar el interior de éstas, y así fue. Sólo algunos se sorprendieron un poco al descubrir que en sus cabezas había cientos de pequeños robots formando uno más grande que se alimentaba de las sustancias propias de una cabeza.
Y como no tenía mucho sentido, a los demás ya no les importaba.

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